viernes, 10 de febrero de 2012

Bellos Comienzos

FECUNDIDAD
(Emile Zola)

   "Aquella mañana, en el pabelloncito situado junto al bosque, donde habitaban hacía tres semanas, Mateo se apresuraba, pues quería tomar en Jonville el tren de las siete, en el que diariamente iba a París. Eran las seis y media y había dos kilómetros largos desde su casa a Jonville. Después de los cuarenta y cinco minutos de tren había otro tanto desde la estación del norte al boulevard Grenelle, de manera que no llegaba a su despacho de la fundición hasta las ocho y media.
   Besó a sus hijos, aún dormidos afortunadamente, porque, cuando estaban despiertos no le dejaban salir anudando los bracitos a su cuello, riendo y besándole. Al volver a entrar rápidamente en la alcoba, vio a su mujer, Mariana, que estaba aún en la cama, pero despierta y medio incorporada. Había corrido una cortina y por la entreabierta ventana entraban torrentes de luz, de radiosa luz de mayo, que iluminaban la belleza sana y fresca de aquella mujer de veinticuatro años, por la que él, que tenía tres años más, sentía verdadera adoración.
   -Es preciso que ande listo, hija mía, si no, se me escapa el tren... Procura arreglarte con los seis reales que te quedan.
   Mariana se echó a reir. Estaba encantadora con la mata de pelo suelta por la espalda y con los redondos y frescos brazos al aire. Hacía siete años que se habían casado, y a pesar de tener cuatro hijos y de los apuros que pasaban continuamente su buen humor y esperanza no se extinguían.
   .¡Seis reales! En verdad que no es mucho; pero como hoy es fin de mes y debes cobrar, no me importa. Mañana pagaré los piquillos que debo en Jonville. A quienes siento deber es a los Lapailleur, porque esa gente se figura siempre que les van a robar. ¡Con seis reales vamos hacer una comilona, muchacho!
   Y contenta y risueña le tendió los brazos, como hacía todas las mañanas al despedirle."...

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