jueves, 9 de febrero de 2012

Bellos Comienzos

LA CABAÑA DEL TIO TOM
(Harriet Beecher Stowe)

   "Al atardecer de un frío día de febrero, dos caballeros estaban sentados ante una mesa con botellas y vasos, en un bello y confortable comedor de la ciudad de P...., en el estado de Kentuky. No había criado alguno presente, y los dos interlocutores, con las sillas muy juntas, hablaban, por lo visto, de algo muy interesante.
   Antes hemos dicho dos caballeros; pero uno de ellos, examinado de cerca, no podía calificarse como tal: era un hombre macizo y rechoncho, con el aire vulgar de los advenedizos que se abren paso en la vida a codazos, y vestido con escandalosa vulgaridad colorinesca; su corbata llamativa y chillona, sus manos bastas llenas de sortijas, su enorme cadena de reloj, con un diluvio de dijes colgantes, que el hombre tenía costumbre de hacer sonar mientras hablaba, y lo pintoresco de su lenguaje, decían a la legua su bajo origen.
   Su compañero, míster Shelby, tenía, en cambio, todo el aspecto de un verdadero señor; y el aspecto de la habitación, como el orden y la belleza de todos los muebles y de las cosas, hablaba bien a las claras de la holgura y bienestar. Como antes hemos dicho, ambos hablaban con apasionado interés.
   -Así es como yo arreglaría el asunto, amigo mío -dijo míster Shelby.
   -Pero ¡yo no puedo aceptar, míster Shelby; no puedo! -dijo el otro, cogiendo un vaso de vino y poniéndolo entre sus ojos y la luz.
   -De todos modos, Haley, Tom es un hombre extraordinario. Vale esa suma y mucho más: un hombre sensato, honrado, capaz donde los haya, que lleva mi granja como un reloj.
   -Bueno; usted quiere decir honrado como pueden serlo los negros, ¿no es así?, -dijo Haley, siviéndose un vaso de brandy.
   -¡No, no! Quiero decir un hombre realmente bueno y honrado, un hombre sensato y piadoso. Hace cuatro años se convirtió al cristianismo, y desde entonces le he confiado cuanto tengo: dinero, casa, caballos... Le dejo ir y venir por el país, y siempre le he encontrado recto y servicial en sumo grado.
   -¡Oh, oh Hay mucha gente que no cree que los negros puedan ser cristianos... De todos modos, convengamos en que puedan serlo. Yo lo creo así: pero hay que estar siempre en guardia... Yo tuve uno que compré en Orleans, y me parecía un buen sujeto... Y, sin embargo, me robó una suma importante... Sí, claro, cuando un negro es cristiano es una gran cosa; pero hay que saber si es cristiano sincero o es que lo finge."...

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